EL ESTATUTO CATALÁN: IMPACTOS EN LA SOCIEDAD

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El Estatuto catalán:Impactos en la sociedad

Por Yana Kardjova Taller de Investigación (Prof. Borges, Fall 2005)


Un debate que no ha parado durante los tres meses que he estado en España. Una reforma que les gusta a algunos, pero no les gusta a muchos otros. Distintas opiniones, campañaas “por” y “en contra”, deseos, diferencias, identidades. Todo eso es la reforma del Estatuto catalán. Un tema muy interesante por su principio en la historia, por las distintas creencias de políticos y civiles, y por sus impactos en el gobierno español. Es muy interesante, pero también muy complicado. La manera en que los deseos catalanes se han recibido en la sociedad española es problemática. Además, los políticos fuera del gobierno expresan fuerte crítica en contra de la reforma. ¿Por qué Cataluña tiene un estado privilegiado? Pero al principio, ¿cuáles son los motivos históricos que dan a Cataluña el derecho de desear más independencia?

La combinación de regimenes autoritarios con regimenes liberales en la historia de España ha producido una confusión grave en los sentidos nacionales del pueblo. Eso dice Cruz Martínez Esteruelas en “El estado de las autonomías”. En el siglo XIX había cuatro creencias políticas distintas. La primera posición era la de los “carlistas” o tradicionalistas que creían en la “concepción tradicional de la organización territorial de España.”( Esteruelas, 50). La segunda era la de las “corrientes constitucional-federalistas…[que creían en] la idea de nación para el todo español…que [tenía] en cuenta el modelo de la nueva monarquía alemana.” Después había movimientos específicos como el catalán, el vasco y el gallego, que tenían “posiciones puramente regionalistas” y “querían afirmación de su propia identidad”. El conservador Antonio Maura tenía una idea de la creación de mancomunidades, donde “las diputaciones provinciales se asociaran para tareas comunes, incluido el cultivo de la propia personalidad regional”. Cataluña hizo uso de esta idea y en la Constitución de 1931 de la Segunda Republica, fue la única región con funciones excepcionales. Por supuesto un estado de la excepcionalidad no podía ser aceptado, especialmente cuando había por lo menos otras dos regiones que querían más independencia. Después llego el régimen de Franco que destruyó este concepto de mancomunidades porque todo lo que “el caudillo” quería era la unidad española, una patria y un pueblo con un sentamiento nacional. Con la Constitución de 1978 nació el “Estado de las Autonomías”. Esteruelas dice que la constitución se puede calificar como “ecléctica” por la falta de modelo o prototipo (porque se refería a los estados francés, italiano y alemán, pero en el mismo tiempo era tan distinto que no se podía comparar); y porque la división “no fue igual para todos los territorios de España ni la categoría reconocida,” Cataluña, el País Vasco y Galicia tenían posiciones favorables dentro de la nueva constitución (Esteruelas, 51). También el poder financiero se había dividido, aunque la economía puede ser una fuerza que elimina los desequilibrios regionales. ¿Cual es la conclusión? Primero, que históricamente a Cataluña se le ha dado una posición excepcional por sus diferencias culturales y históricas; y segundo, que la constante división y unión forzada del Estado no podía creer un sentimiento común de pertenecer a una nación, en vez, solamente podía crear más división y deseos por expresar diferencias. Por eso ahora nadie se sorprende que Cataluña quiera más independencia.

El problema más grande con el Estatuto de Cataluña es el punto que la define como una “nación.” Para discutirlo primero deberíamos definir la palabra. Según Wikipedia, “nación” es “una agrupación mayor de personas que se constituye a partir de sus costumbres y tradiciones. Es una sociedad consciente de ello que se basa en lazos primordiales y solo existe porque sus miembros se confiesan parte de ella” (www.wikipedia.org). En esta oración no hay nada que puede enfadar a nadie. Pero un poco después la definición continúa: “una doctrina ética y filosófica que sirve como punto de partida para la ideología del nacionalismo”. Esto es que ha producido un verdadero escándalo en la sociedad española y ha hecho algunas personas a hablar sobre separatismo y nacionalismo extremos.

¿Pero qué es lo que los catalanes quieren? Según un sondeo de opinión realizado por el gobierno catalán, 79,4% de los encuestados piensan que el nuevo Estatuto es ‘necesario’. Además, 49,6% están muy o bastante satisfechos con su contenido (Company, 17). Un 71,4% están de acuerdo que se dé ‘igual consideración’ a la lengua catalana y la castellana. Un 60,4% piensa que Cataluña es “una nación dentro del Estado español”. Y un 53% piensa que la propuesta de financiación de la Generalitat es buena (Company). Eso es lo que quieren los catalanes. Ni algo separatista, ni algo violento. Pero algunas personas piensan que con esta reforma se va a crear “un Estado Confederal con Cataluña de socio privilegiado”(Marcos, 22). Después de hablar con algunas personas en Andalucía, me parece que la mayoría de la gente ordinaria está en contra del nuevo Estatuto exactamente porque creen que los catalanes quieren separarse, que quieren no sólo más independencia, sino además, su propio país. Una opinión enfadada dice “porque verán el famoso ‘resto de España’ a quien catalanes y vascos refieren simplemente como España, como si ellos estuvieran fuera de las fronteras, está un poco harto de parecer menos que los de tan históricas comunidades. Sobre todo porque, por ejemplo, anda que no tiene historia Castilla y León o anda que Andalucía no ha marcado la historia de España”(Robles, 14). Es la cuestión ¿por qué Cataluña debe ser privilegiada? que molesta a muchos.

La cuestión que debería importarle al presidente del gobierno español, José María Rodriguez Zapatero es la opinión del pueblo español. Hemos visto qué piensan los catalanes, que están de acuerdo con el nuevo Estatuto, pero pienso que es igualmente importante (o más) la opinión de toda España. Yo he preguntado a algunas personas en Málaga su opinión del Estatuto catalán. “¡No! ¡Estoy en contra!” me dijo el joven militar Álvaro (Cózar, entrevista personal). Su explicación era que no le gustan los catalanes porque piensan que son mejores que el resto de los españoles (curiosamente lo mismo que Marta Robles dice en su artículo “El boicot a lo catalán”). Mi primera impresión era que su respuesta era bastante rápida y apasionada, que era solamente el pensamiento de un joven de 21 años que es demasiado patriota y andaluz. Pero parece que yo no tenía mucha razón, porque cuando le pregunté a Salvador Armijo, de 74 años, él me dijo casi lo mismo: que los catalanes quieren separarse completamente y que quieren su propia economía. Él dijo “nunca voy a estar de acuerdo con eso” (Armijo, entrevista personal). También explicó que no le importa si ellos se separan o no, que si quieren, se pueden ir y España no va a sufrir por eso. Va a sufrir Cataluña porque si es verdad que tiene buena industria, también es cierto que vende casi todo en el resto de España y sin ella está perdida. La otra cosa que dijo Salvador fue que “todo lo que dan a Cataluña tienen que dar al resto de las comunidades” (Armijo). Eso es un problema más que tiene la reforma. ¿Cómo es que el presidente del gobierno cree que puede dar tanta independencia a Cataluña y las otras comunidades autónomas no van a quererla también? El País Vasco también tiene otra lengua y una cultura distinta. Lo mismo ocurre con la Comunidad Valenciana o con Galicia. Y si se da más independencia a Cataluña, después se debe dar a las otras. ¿Y que ocurrirá? ¿Un estado federalista o, en su lugar, una separación de España?

Es la misma cuestión que preocupa al resto de los políticos: si esta reforma va a ser fatal para la unidad española. Mariano Rajoy, el líder del Partido Popular (PP), siempre tiene una posición muy fuerte contra la reforma del Estatuto catalán. Rajoy ha dicho : “Puedo asegurar que el principal deseo de los millones de españoles que votan al PP, y de algunos que no lo votan, es que nos opongamos a esta torpeza. Eso es lo que vamos a hacer con todas nuestras fuerzas” (Iglesias, 27). Además, él ha empezado una campaña contra el Estatuto, o como el la llama, “en defensa de la Constitución” (Marcos, 22). Rajoy teme la ruptura del Estado español y no está de acuerdo con el “estado confederal con Cataluña de socio privilegiado” que, según él, Zapatero va a crear. Naturalmente Rajoy, jugando su papel de oposición, se opone a la reforma. Eso no puede sorprender a nadie. Pero lo que es más interesante es la opinión de los dos últimos ex-presidentes: Felipe González y José Maria Aznar, que curiosamente a pesar de ser uno del PSOE y el otro del PP, piensan casi lo mismo. Aznar dice que la reforma va a “provocar ‘la división’, afectará a las cuentas corrientes de los trabajadores y mermará los números de las empresas” (Villar, 9). Por su parte, González opina que el texto pone en riesgo “la vertebración eficiente del espacio público que compartimos” (Villar). Este espacio público que se llama España. Ni Aznar ni González son cualquier político. Son dos líderes que han tenido grandes papeles en la transición democrática de España y los dos han hecho mucho por el progreso y el desarrollo del país. Además, son dos líderes de partidos opositores, entonces podemos suponer que tienen creencias opuestas también. Pero ocurre lo que Villar describe como “cuadro impresionista; a un lado del lienzo, codo con codo, Aznar y Rajoy. Al otro, Zapatero y González. Pero ni están, ni mucho menos, juntos.” Cuando una figura con tanta autoridad como Felipe González se opone, deberías pensar. Y cuando tú eres de su propio partido y él esta de acuerdo con la oposición deberías pensar más.

¿Qué hace Zapatero? El presidente continúa con la reforma, mientras la confianza en él baja. Después de los comentarios de los dos ex presidentes, la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega anunció que “El Gobierno sólo comenta las opiniones de los expertos y de los catedráticos” (Villar). Entonces, el Gobierno no escucha lo que dicen estas dos figuras. Pero debería escuchar lo que dice el pueblo. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha realizado encuestas sobre la intención de voto en elecciones generales desde las elecciones de 2004 hasta octubre de este año. Inicialmente el PSOE tenía un 42,6% y el PP 37,6%. Durante el debate sobre el Estatuto catalán, la situación ha cambiado: un 39,7% para PSOE y 37,7% para el PP – una diferencia de solamente 2%. En la valoración de líderes, en el principio Zapatero ha tenido 6.6 puntos (de 10) y Rajoy 4.8. Ahora, los resultados muestran 4.8 puntos para Zapatero y 4.1 para Rajoy; una diferencia de sólo 0.7 puntos. Estas opiniones muestran lo que la gente piensa y quiere. Parece que no le gusta la reforma si la confianza en el partido y el líder ha bajado tanto durante del debate sobre el Estatuto. Y si el Gobierno no escucha a Aznar y González, puede escuchar por lo menos a la gente que ha confiado en ellos.

El problema con la reforma del Estatuto catalán es difícil de resolver, pero no estoy segura que el camino que el gobierno del PSOE ha escogido sea el mejor. Dar tanta independencia a Cataluña puede crear no solamente una división territorial, sino además una ruptura social. Porque hay muchas personas además de Álvaro y Salvador que piensan de la misma manera. Y hay muchas personas que apoyan al PP y van a sus manifestaciones. Ellos estarán a favor de la campaña “en defensa de la Constitución” oponiéndose a los catalanes. Y todavía hay un problema más: que este debate puede crear la caída del gobierno si la confianza del pueblo sigue bajando. Sólo podemos esperar que nada de eso ocurra.


Bibliografía

Armijo, Salvador. Entrevista personal. 15 de noviembre de 2005

Cózar Mena, Álvaro. Entrevista personal. 2 de noviembre de 2005

Enciclopedia Wikipedia. Nación. <www.wikipedia.org> 2005

Enric Company.” El 71,4% de los catalanes estiman necesario el nuevo proyecto”. El País Domingo, 20 de noviembre de 2005: 17

Esteruelas, Cruz Martínez. Diez años después de Franco. El Estado de las Autonomías. Espejo de España. Barcelona. 1986. pp. 50

Fusi, Juan P. España: La Evolución de la Identidad Nacional. 1931: Estado regional. 1978: Estado autonómico. Ediciones Temas de Hoy. 2000

Fusi, Juan P., Palafox Jordi. España: 1808-1996. El Desafío de la Modernidad. Integración en la Unión Europea, Estado de Bienestar y Descentralización Autonómica (1975-1996). Espasa Calpe. 1998.

Iglesias, Magis. “Nos opondremos a esta torpeza con todas nuestras fuerzas”. SUR jueves 3 de noviembre de 2005: 27

Lobato, Lucia. Monreal, Anna. Que! Bono y Vásquez devuelven el golpe a Maragall. 26 de octubre 2005.

Marcos, Pilar. “La soledad como bandera”. El País Domingo 20 de noviembre de 2005:22

Tussel, Javier. Historia de España. La Constitución de 1978 y los primeros estatutos de Autonomía. Taurus. 1998.

Robles, Marta. “El boicot a lo catalán”. La Razón. Sábado, 29 de octubre de 2005: 14

Villar, Ernesto.” Dos ex presidentes y un Estatut”. La Razón. Sábado 29 de octubre de 2005: 9


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